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Las pérdidas en la separación

miércoles, 01 de junio de 2016

A William Shakespeare se le atribuye la siguiente frase: “Cualquiera puede dominar un sufrimiento, excepto el que lo siente”. En la separación y el divorcio suele haber sufrimiento, sufrimiento que aumenta si hay hijos, se sufre incluso cuando se ha escogido y se ha solicitado. A veces, cuanto más se ha deseado más se sufre a través de la culpa, del preguntarse porqué se ha tardado tanto en pedirlo, de cuestionarse que no se ha sabido hacer para que dure la relación, de no saber, tampoco, como se continuará a partir de ese momento. En nuestra cultura todavía se escucha aquello de “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

 

A pesar de ello, según el Instituto Nacional de Estadísticas durante el 2014, los últimos datos que se tienen, se produjeron un total de 105.893 sentencias de nulidades, separaciones y divorcios lo que supuso un aumento del 5,4% respecto al año anterior. Y no hay perspectivas de que disminuyan, más bien al contrario, y a pesar o a causa de la crisis.

La separación (con o sin divorcio) es un proceso de duelo ambiguo. Hay una pérdida, a menudo deseada y consentida y, sin embargo, no nos acabamos de perder. Tener que verse y seguir negociando por los bienes compartidos, la custodia de los hijos, entre otros, puede generar mucho sufrimiento. A menudo una separación también implica la pérdida de amigos, proyectos, puede que de estatus social, de la vivienda… 

Con niños y custodia compartida la separación es conceptual pues habrá un reencontrarse siempre al tener que abordar los aspectos de la crianza. Significa también perder ver a los niños crecer cada día y, a su vez, sentir la alegría de que así sea por momentos, a veces, con la culpa posterior. Todo este baile emocional puede abrir brechas en el corazón.  ¿Cómo despedirse de alguien a quien tienes que ver continuamente? Separarse con hijos, si no se elabora bien el duelo, puede ser como tener una herida que cada vez que empieza a cicatrizar nos rozamos con algún elemento que la vuelve a abrir y hacer sangrar. Esto puede llevar a ver al otro como un obstáculo para la crianza, a fijarse en los errores y a sufrir al no saber cómo están los hijos en casa del/la“ex”.

 ¿Cómo cerrar ese duelo? Considero que no hay recetas, pero en el ir acompañando en este proceso he podido observar algunos puntos que pueden ser interesantes tener en cuenta.

-          Permitir sentir la tristeza: A menudo la tristeza suele estar enmascarada por la rabia. La tristeza nos desconecta, nos resta energía. La rabia nos aporta todo lo contrario. En momentos donde hay que abordar muchísimos aspectos prácticos la rabia nos permite atenderlo todo con ese extra de energía que sentimos cuando ella nos habita. Puede ser que neguemos ambas emociones pero en ocasiones, rascando un poquito,aparecen. Reconocerlas y gestionarlas suele ser un buen paso para la elaboración de la pérdida.

 

-          Atender la rabia. La rabia puede venir por muchos motivos. Por sentirse traicionado, por sentir frustración, impotencia, por no haberse dado cuenta, por haberse dado cuenta y no haber hecho nada, por alargar, por... cada uno tiene sus motivos. Todos válidos. Todos pasados. Ahora toca enfocarse en el presente y dibujar un nuevo futuro.

 

-          Renombrar la sensación de “fracaso”. Estamos en un entorno cultural donde el fracaso se penaliza por encima de la valentía de haberlo intentado. Una separación se puede vivir como tal. En nada nos ayuda. Lo bueno es aprender lo que pudimos hacer y no hicimos. Posiblemente vuelva aparecer alguien en nuestra vida con quien compartir el amor, la intimidad, la pasión, el compromiso. Si aprovechamos la separación para conocernos mejor a nosotros mismos habrá sido una experiencia que aporta valor a nuestra vida.

 

-          Vivir la experiencia de separación y divorcio como un proceso de duelo en espiral. En otro momento hablaré de las fases del duelo a la luz de este tipo de pérdida. Pero más allá de marcar un itinerario que nunca es cerrado, porque todos vivimos nuestra experiencia de forma unívoca e irrepetible, lo importante es ver que es un proceso de duelo en espiral. Hoy estoy bien, mañana me siento fatal, cansado, frustrado y en unos días vuelvo a ver con claridad, sintiéndome mejor que en años… lo importante es observar cómo vamos pasando de un estado emocional a otro sin quedarse apegado a ninguno de ellos. Si logramos observarlo desde fuera tal vez incluso nos riamos de nosotros mismos y esto es señal de buena salud emocional.

 

La separación es siempre un proceso único. Luis Rojas Marcos afirma que “el divorcio es un camino hacia la felicidad”. A veces cuesta ver el final y, siempre, el final es el principio. Mientras esto aún no lo vemos posible solo queda caminar por el proceso de perder para ganar.

 

¿Quién es Núria Molina Amate?

Pensadora intrusa y activista del ser que se es. Amante del misterio y ser humano en continuo desarrollo. Necesito aprender cada día una cosa nueva y decir a quien amo que le amo.

Arteterapeuta especialista en pérdidas, duelo y final de vida.

Doctoranda en Filosofía, impulsora del liderazgo por valores y la cultura de valor.

Especialista en Inteligencia emocional y Creatividad

Puedes encontrarla en su web: www.nuriamolina.com

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